La hora interior. 1. El secreto refugio de los libros





LA HORA INTERIOR.

1. El secreto refugio de los libros.

- A María Virginia Mendoza

Quien lee un libro está adentrándose en la historia universal del planeta. Descubrir, entrever en esa no menos azarosa ley de símbolos tatuados en cuidadosa tipografía sobre la disecada piel de un árbol, es retroceder en las mareas del pasado o, en su defecto, dar pasos imaginarios hacia el porvenir: misterioso, ilusorio. Absorto en la lectura de La Ilíada, Alejandro Magno vislumbró en sus años de infancia, bajo la instrucción de Aristóteles, las arenas persas y los Jardines Colgantes de Babilonia que el futuro le depararía en roja conquista. 

Ciertamente el acto de leer requiere trabajo, un necesario trabajo que no se percibe cuando el deleite y la felicidad sobrepasan al esfuerzo. Ya lo dijo con alta lucidez Jorge Luis Borges: “un libro no debe requerir esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo”. En ese abandono sobre un libro abierto, en esa suerte de introspección hecha en íntima comunión con aquel objeto, percibimos el siempre fulgurante placer de viajar en la desnudez de las palabras. 

Zarpamos en las ondulantes aguas de un libro para situar sobre él nuestro destino de marineros lectores, prestos al asombro, prestos al consuelo de aceptar eso que nos constituye como humanos: el conocer. 

Música silenciosa, instante no prefijado y eterno, inspiración y espiración; el libro reposa en las manos, comparte el silencio y el bullicio, que son escrituras vívidas en el lector; anuda los sentidos en su clara sombra, las letras; nos convoca al aprender, al descubrir, al agradecer en favor de la memoria y del tiempo. Los libros nos ofrecen un refugio luminoso cuya necesidad de habitarlo se hace apremiante en esta época de penuria y no justificada prisa.


Wilson Pérez Uribe.

El Astrófilo I



En la alta búsqueda de los astros destiné la noche, la aurora y el poniente; leí en la vaga penumbra una página donde las leyes, símbolos y cartografías convergen. He escuchado el clamor de mi destino en la lejana música de Júpiter y Venus; he ordenado en el cielo como hojas en la estación seca, el rostro siempre amado y meditado, que nunca sabrá de mi remoto olvido ni el por qué de mi llanto, fruto de su efímera memoria.
No soy más que un arquetipo, una larga espera, un descifrar de esplendores por ocio y azar. Soy un constante ahora de luz y sombra en la desnuda y trágica armonía del tiempo.


Compartir la experiencia en la poesía


Alguna vez Khalil Gibrán, poeta polifacético, nacido en la turbulenta segunda mitad del siglo XIX, escribió que la poesía es sapiencia que encanta al corazón y que la sapiencia es poesía que canta en la mente, advertimos, acaso felizmente, que la poesía es también un encanto que brota en la conversación, una compartida alegría que nace cuando se deshilan sus misteriosos hilos en compañía de los otros.

El sábado, 15 de noviembre, estuve en la grata compañía de veinte chicas de diversos colegios de la ciudad de Medellín. Compartir la experiencia en la poesía y en la creación literaria, fue, como lo expresaron ellas, un bálsamo para todos. Cada uno de sus rostros atentos, juveniles, asombrados en ocasiones, fueron una bendición receptiva para cada una de mis palabras, palabras que de alguna manera reflejaron mi filosofía de vida en torno a la creación poética. Son veinte almas que, a su corta edad, ya ven esperanza y gozo en la literatura, sus intenciones van más allá de la lectura y la escritura, también con fortuna hacen investigación en aquel campo, es decir, piensan, meditan, cavilan en su compartida amistad la íntima belleza que guardan las palabras en esos objetos mágicos, los libros.

Sólo me resta por decir, con infinito agradecimiento, que aún en las escuelas medellinenses, en asociación con la Universidad de Antioquia y su Facultad de Educación, se apuesta por el desarrollo creativo de la lectura y la escritura, tareas que cruzan lo difícil y también lo esperanzador, porque sólo en las palabras, en el ejercicio de soñar a través de ellas, podremos hallar el verdadero significado de la existencia.
Wilson P.U





Poemas




El silencio quiere ser árbol, flotante hoja,
sílaba y savia del árbol quieto, sin tiempo.
El silencio quiere ser tus labios, ese refugio
donde callan las palabras porque ya están todas.

...

Mar calmo, la mano se hunde en tu caricia,
en un instante sentir tu secreta música,
y saber que tus ondulantes pechos navegados,
ante el poniente, son la fiel memoria de cada día.


(C) Wilson Pérez Uribe
Imágenes: Beachfront B-Roll
Videvo Free Stock

Wilson Pérez Uribe: un poeta fascinado por la Astronomía

Wilson Pérez Uribe
El programa "La última vocal", de la Universidad de Antioquia en Colombia, ha dedicado una emisión especial al poeta Wilson Pérez Uribe, haciendo énfasis en su afición por la Astronomía y como este estudio ha permeado su poesía. En la ágil y cuidada producción en la que participan tanto alumnos como profesores se puede notar tanto el aprecio que tiene Colombia por sus letras como la sencillez con la que Wilson entrega su talento de poeta y su amor por el cielo estrellado. 

Desde México una felicitación calurosa a "La última vocal" y a este trabajo que muestra para todos la notable aparición de este joven colombiano en las letras del mundo.

María García Esperón


El Astrófilo II en la revista La Tagua


El Astrófilo II



Algo buscan mis ojos
en la honda noche de anatomía estelar.
Algo entreteje con dificultad mi mirada
en el oro esparcido de un meteoro.
Indiferente de mi asombro
se precipita sobre mi helada pupila
el universo con su fabulosa tiniebla,
aunque por un sortilegio delicada y distante.
¿Quién me salvará de contemplar
ese lenguaje de perfección y abandono,
esa ligera tersura que la vista abarcar no puede?
¿En qué lugar, mil veces secreto,
por última vez iniciaré el rito de admirar
las estrellas que hasta en mi piel en fulgor duermen?

(C) Wilson Pérez Uribe


El Astrófilo VI



Contempla en silencio la danza de los astros,
que se eleven tus ojos al púrpura, azul, ámbar celeste
cuyos ardores viven turbulentos en tu sangre.
Cierta música va entretejiendo en tus sentidos
la alta y antigua cosmogonía de estrellas.
En ellas no verás la cadencia del número
que el árabe soñó en la quemante arena
ni la medida sombra ni el plano ni la línea
que adustas forman el rostro de un hombre griego.
Tras los pasos lentamente caminados,
ante el asombro de la materia que se yergue
y que no olvida destellar luz ante el cristal nocturno,
hallarás el mapa de tus manos y el fósil de tu memoria
en el continuo rumor, pródigo y lejano, del confín sideral.

(C) Wilson Pérez Uribe


El Astrófilo V



Qué alarmante es la noche, qué seductora
cuando de los últimos ecos del atardecer
ha hecho del tiempo una fúlgida tiniebla.
No es el mar un idílico azul de rara profundidad,
no es el verdor de las islas que antaño
cedieron a la música griega, de oro y de vino.
No es mi corazón el rojo sueño de mil venas,
no son tus manos, invisible mujer que acaso espero
el mármol donde declinan, silenciosos, los libros.
Es la noche astronómica de palpitante fuga
donde en constelada filigrana reposan
las aguas de olvidadas costas; es la noche
en que palabras de humo se elevan
a la sabana celeste donde me contemplo y donde muero.




Dos poemas





Contemplábamos la noche astronómica;

un meteoro cruzó el negro cielo, nos desgarró.

Luego brotó esa hermosa sensación de haber muerto,

ese otro sueño en el que nos sumimos al mirar.


...


Dónde el silencio sino en los tardíos

colores de la tarde que se niega a morir.

Dónde el armónico latido de mi corazón

sino en el extraño temblor de una estrella.


(C) Wilson Pérez Uribe



Escritura del origen




Dorada geografía de la tarde,
en tu callado mar traza el grato amor
la fina escritura del silencio que teje
en álgebra y en fuego la simiente cadencia
del poema cuyo rostro aún oculto en la piel de los días
sueña el alfabeto y el secreto fósil de las estrellas.

Escritura del origen, mapa cuántico de una mano,
Dharma, Sutra, refugio, prodigio último de la rosa espiral.


Más allá está la luna y su cóncavo cráter dibujado,
más allá los anillos circulares del planeta
y la quieta mariposa que en millares de años aleteará.
La tarde ida, la tarde muerta es ya nostalgia
en esta orilla cósmica; la temprana tiniebla
funde el origen y la palabra en los silencios de esta escritura.

(C) Wilson Pérez Uribe

En Los Trabajos y los Días, radio de la Universidad Nacional de Colombia

A principios de junio 2014, Wilson Pérez Uribe fue entrevistado en el programa de radio "Los Trabajos y los Días", de la Universidad Nacional de Colombia. Una lección de inteligencia y sensibilidad y un testimonio del poder transformador de la poesía. La vinculación del ser humano con el cosmos, la necesidad etimológica de la humildad, el conocimiento de la tradición poética, los románticos ingleses, Jorge Luis Borges, William Ospina, Carlos Framb, los astros de nuevo, la contemplación maravillada del mundo y por supuesto, la Palabra.


Tratado del silencio




Las horas previas al ocaso
me han traído en horrorosa dulzura
la sensual tristeza de Alexis
tras los cristales de cierta morada en Viena;
la perfecta visión, acaso rigurosa,
del trazado camino que ha erigido
el sol en su andar milenario;
ese ondular de las hojas en la brisa viajera
modificando el espacio tiempo en su simple danzar.
Conozco el temible acecho de estos dones
cuando en la sanadora presencia de la luz
aceptaba que el silencio no era la callada voz
ni el anhelo de poblar en voluptuosa imagen 

estos versos cargados de tardía laboriosidad;
el silencio era otra forma, consciente y sufrida,
de estar acompañado en el acto de vivir.





Nebulosa Cabeza de caballo


El poema lo escribí en mayo del año 2013, observando la constelación de Orión declinar en el occidente, ya cuando entraba la noche. La nebulosa cabeza de caballo o IC 434 O Bernard 33, se encuentra ubicada en el extremo izquierdo del cinturón de Orión, adquiriendo, en su materia de polvo y gas estelar, la forma de un caballo encabritado. Wilson Pérez Uribe.


La hora de la penumbra
hace música en el viento,
y mientras en el oeste
la delgada luna desciende con el ocaso,
te diviso, solitario corcel,
vagar en las innúmeras praderas del universo.
Y luego de hallado el poema
con olor a verbo y a infinito,
acaricio la curvatura cósmica de tu cuello
dibujado con tersura en un atlas
de pergamino celeste que reposa en mis manos.
Ah, qué difícil es meditar a solas,
y saber que tú sólo has nacido
de una cascada sideral de antiguas estrellas;
y que yo, no queriendo haber existido,
me debo resignar a ser
esa leve suerte en el Paraíso:
la piel, la carne, un labio...
esa extraña melodía al respirar.

(C) Wilson Pérez Uribe 




Cifra del olvido




CIFRA DEL OLVIDO

Puedes olvidar el relámpago, el terror y la lluvia;
el sol que te ha hecho hombre de hábitos;
dos cazadores de oro pálido en los bajíos del Monte Kenia;
el ruiseñor oído hace tres siglos;
cierta puerta, cierto cristal y algún arabesco;
un calendario medieval que te habrá regido el sueño.

Puedes dejar atrás árboles y cisternas que obran tu sosiego;
un errante cometa o el acto de las células.

Pero no olvides el instante obrado
por un dios geómetra ni la materia que te puebla
ni los altos parpados del cielo ni tu solitaria alma
cuya espera es eterna como la fruta a tu hambre.

Jamás olvides que has sido vaguedad
de nueva tierra y molécula de otro tiempo.

En la revista La Tagua


Wilson Pérez Uribe en una reciente participación en la Universidad de Antioquia.

La revista  LA TAGUA de la ciudad de Medellín, Colombia, publica por quinta ocasión la poesía de Wilson Pérez Uribe.


Dónde el amor de seda
y el suspendido instante, eterno, de existir.
Dónde si no en tus ojos, que escriben
en letras de ámbar la duración de la tarde.

****

Ser río que fluye en ocaso hacia el mar,
nube de tersa e iridiscente curvatura,
inocente alquimia de la primera estrella.
Ser en las vagas y silentes formas que perduran.

Wilson Pérez Uribe. Colombia


Preludio: Oración del Astrófilo




En el origen de la primera estrella
que en dócil pulsación ya cifraba
la tarde cuyo tiempo es fugaz otoño,
que ya tejía en tersa filigrana la nube
que es olvido en solo un instante,
que ya soñaba ese arco melancólico
que se ciñe al cielo en blancos perfumes;
en su vestigio solitario, enigmático,
residía la selva antigua, el grano
de arena y el paso furtivo del paciente felino.
Primera estrella, qué es este amor
que te prodigo, qué son mis ojos
sino la extensión diamantina de tu piel;
primera estrella, dadora fecunda,
brújula primordial, hoy este cuerpo
destinado a la caricia escultora del tiempo,
medido en el fósil interminable del átomo,
trenza en tu luz la alta marea de su sangre
y la promesa de habitar tu inacabable noche,
primera estrella, aurora de mis susurradas palabras.

En el Día del Idioma 2014

Wilson Pérez Uribe


Por invitación del joven poeta colombiano Wilson Pérez Uribe, he tenido el honor de participar a través de videos en el Día del idioma 2014 en la Biblioteca Francisco de Paula Pérez, Entrerríos, Departamento de Antioquia, Colombia.

Se trata de una celebración muy especial, pues Wilson compartirá su experiencia literaria, que es notable en muchos sentidos, y además se leerán textos de Walt Whitman, Borges y con sentimiento especial de homenaje, Gabriel García Márquez.

En estos videos expongo el nacimiento y proceso del proyecto Voz y Mirada de España y América, enfocado al encuentro en lo poético a través de grabaciones de videopoemas, de cómo dio comienzo con la amistad literaria con los talentosos escritores y bloggers argentinos Marcelo Suárez De Luna y Susana Peiró, mi descubrimiento de la poesía de Aurelio González Ovies, de la que hice profesión de fe, el acercamiento que tuvo el joven poeta rumano-español Daniel Chiprian, la creación de los "miravoces", blogs destinados a albergar los videopoemas y finalmente la petición que de grabar sus textos me hizo Wilson a fines del año 2013.

La vida de este joven colombiano está consagrada a la poesía y a los astros por igual. Al amor por la lengua. Al homenaje activo a los grandes poetas. A la "poetización" de la realidad y a la construcción de una realidad en la poesía.

23 de abril. Día del Libro y de las Letras. Día de los Escritores y de los Poetas. Día del Idioma en la hermosa Colombia, en ese nombre rumoroso, Entrerríos, y en la Biblioteca Francisco de Paula Pérez, ese paraíso.



Simbología cuántica



Estanque cromático, infalible,
calaíta donde el ojo acuoso
modula al cántaro de nubes y astros.


Cosmos dilatado, ya la pupila es nave
cual la sangre que recorre el rostro.
Espejo de voz, clepsidra virgen,
preciso multiverso, forjador lejano
de ocultos e irreales misterios.


Antaño el viaje sobre vagos números
lento tejía la tela de araña de frágil majestad.
Infinitas alturas alcanzó el pensamiento
cuando Alfa y Omega trenzaron en su velo
el átomo, despertar de nuestro impulso cuántico.


En la jarra celeste y deshabitada,
sobre el umbrío elemento del Yo,
desborda agua del pecado tormentoso;
mas al evaporar su molécula de oxígeno,
comprendimos su esencia de humanas sombras.


Estanque cromático, infalible,
calaíta donde el ojo acuoso
modula al cántaro de nubes y astros.


Universo inabarcable,
de tersas ondas reflejo de su inocencia.
Aliciente para el mortal la naturaleza,
aunque ella con sus edades de perfección,
ha guardado cada línea y figura de geometría celeste.


Pasarán lunas, soles, auroras y eclipses;
habitadas galaxias y el multiverso en su porvenir.
Y aquí quedará el ojo acuoso, viajero del cosmos,
temerario fugitivo de aladas verdades,
descifrando y contemplando el espacio de cincelado oro.



El Astrófilo III publicado en España


"El Astrófilo III", poema del  colombiano Wilson Pérez Uribe ha sido publicado en la revista Desván, que se edita en Córdoba, España.


Pilares de la creación



Curso inmóvil del ayer,
el inocente fuego admira y olvida.
La soledad lejana urde un misterio:
¿qué imprecisos restos de materia estelar
formaron los colores, arquetipos
y el fugaz ciclo de un sol de incontable energía?
Origen astral, vorágine y luminoso;
infinidad cromática de nacidas estrellas.
Espectro del abandono, profundo,
vasija de melodías y densidades
alaba la pupila humana en las noches eternas.

Firmamento de medianoche



En las fecundas horas de la madrugada,
cuando la torpe sombra o la delgada brisa
traen del olvido el olor salino, sin prisa
interrogo a las estrellas desde mi ventana.

Pienso en los tantos hombres que han muerto,
(el instante, una armonía contenida de hechos),
en el frío clavel, en el águila y en los presos,
y acaso ignoro que soy otro en un poema de hierro.

El vestigio luminoso de la Vía Láctea,
encarcela mi pupila, le roza con alas de pájaro
y de sus anchas manos brota el oro fatuo
encarnado en meteoro y en estrella fugada.

Ya sólo queda el asombro en el tiempo,
y el vivir, que nada en su magia se olvida.
Ahora, las cosas terrenas no son las mismas
cuando tornas la mirada a ese firmamento.