No me enseñes la pintura

Retrato de Jeanne Hébuterne

-La voz que escuchó Amadeo Modigliani-

Wilson Pérez Uribe



No me enseñes la pintura. Deja que mis manos sean párpados, que mis oídos sean olfato. Déjame, solo por un momento, comprender esos colores. Ya sé que la razón no es voluntad. Ya lo sé. Pero déjame, deja que me ahogue en la piel de ese lienzo. Déjame adivinar los rostros futuros, los volúmenes y las líneas. Sabes que prefiero las formas que no están. Luego, podrás pintar mi cobardía o la inocencia de mis ojos. Pero, por ahora, no agreguemos nada más al mundo, no es necesario.

Soy una mujer

Retrato de Jeanne Hébuterne 

-La voz que escuchó Amadeo Modigliani-

Wilson Pérez Uribe




Soy una mujer y a nadie he pertenecido. No estar en alguna parte, no poseer la claridad de otros ojos, era a la vez un triunfo y una condena. No sabía quién era y el temor, de a poco, era un vino que saciaba pero que, en casi toda ocasión, terminaba por cansarme. Entonces, buscaba la luz entre los ventanales o me recostaba sobre la cama de fieltro y no bastaba. No llegué a comprender, hasta muy tarde, que las cosas que pretendemos habitar no nos habitan, y que las palabras que podrían salvarnos, también llegan a ocultarse.

Lo que era para mí eterno

Retrato de Jeanne Hébuterne 

-La voz que escuchó Amadeo Modigliani-

Wilson Pérez Uribe



Lo que era para mí eterno para otros era un placer fugaz. No me disgustaban las cosas por su figura envuelta en bronce; aceptaba con diligencia el borde de las formas; a veces una textura significaba para mí la exactitud que no habían alcanzado a tocar los hombres. A veces intentaba descubrir mi propio rostro en la soledad, pero nadie puede verse a sí mismo sino a través de los otros, y eso es doloroso. Así, muchas veces, me dediqué a habitar ciertos corazones, a palpar sus manos para buscar las marcas que el tiempo no alcanza a borrar, a escuchar el vaivén de la respiración para captar algún indicio de música, y fallé. Las cosas verdaderas, que no sabía por qué motivo eran verdaderas, me fueron veladas, como a quien se le oculta un secreto porque, al llegar a conocerlo, su vida se abandonaría a la quietud y al aburrimiento.

Un poema en la revista La Tagua


Encuentro de Poetas Comfenalco. Antioquia 2018


El sueño de las piedras blancas


El sueño de las piedras blancas

El juego de go como obra de arte

Wilson Pérez Uribe
Revista Universidad de Antioquia