Eran jóvenes
cuando la tierra giró
para encontrarlos.
Se amaron,
construyeron una casa,
labraron la tierra.
Sus manos era una sola mano,
sus ojos la misma mirada.
Se amaron,
tímidos,
uno al otro.
La mayor obra es la que edificamos en las moradas interiores. Allí perviven las cosas, cercanos objetos que nuestras manos fueron tejiendo, muchas veces, sin saberlo. Nunca me di cuenta del lugar donde crecí, solo hasta que lo abandoné. Ahora la memoria, como si cuidara de una criatura, me trae los recuerdos de ese patio, de ese cerco de pinos, de los ladridos de los perros, de las tardes azules, de los caminos entre la hojarasca. Lo vivido solo es una parte de lo que se vive; nunca nos desprendemos del gesto amado; nunca, del todo, nos alejamos de la primera morada. Allí nos fueron enseñados la madurez de la infancia, la claridad del agua antes de agitarla, el cuerpo desnudo por la culpa, la música fortuita de la lluvia, la atroz comprensión de que todo lo bello también muere.
Wilson Pérez Uribe (Medellín, 1992) Escribe poesía y ensayo. Es Licenciado en Literatura y Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia. Algunos de sus poemas y ensayos han sido publicados en Colombia, España y México. Ha participado en varias antologías locales de literatura y en diversos festivales de poesía. Hace parte del proyecto de poesía Voz y Mirada, fundado y dirigido por la escritora mexicana María García Esperón y que reúne poetas de toda Hispanoamérica. Ha publicado los poemarios El amor y la eterna sinfonía del mar (Hombre Nuevo Editories, 2011), Movimientos (Editorial Universidad de Antioquia, 2018), Libro de la mirada (Pre-Textos, 2020), Interior con luz solar (Editorial Universidad de Antioquia, 2021), y la colección de ensayos Escribir, prolonga el tiempo (Leer y Releer, n° 94, Sistema de Bibliotecas Universidad de Antioquia).