Contemplábamos la noche astronómica;
un meteoro cruzó el negro cielo, nos desgarró.
Luego brotó esa hermosa sensación de haber muerto,
ese otro sueño en el que nos sumimos al mirar.
...
Dónde el silencio sino en los tardíos
colores de la tarde que se niega a morir.
Dónde el armónico latido de mi corazón
sino en el extraño temblor de una estrella.
(C) Wilson Pérez Uribe