Nebulosa Cabeza de caballo


El poema lo escribí en mayo del año 2013, observando la constelación de Orión declinar en el occidente, ya cuando entraba la noche. La nebulosa cabeza de caballo o IC 434 O Bernard 33, se encuentra ubicada en el extremo izquierdo del cinturón de Orión, adquiriendo, en su materia de polvo y gas estelar, la forma de un caballo encabritado. Wilson Pérez Uribe.


La hora de la penumbra
hace música en el viento,
y mientras en el oeste
la delgada luna desciende con el ocaso,
te diviso, solitario corcel,
vagar en las innúmeras praderas del universo.
Y luego de hallado el poema
con olor a verbo y a infinito,
acaricio la curvatura cósmica de tu cuello
dibujado con tersura en un atlas
de pergamino celeste que reposa en mis manos.
Ah, qué difícil es meditar a solas,
y saber que tú sólo has nacido
de una cascada sideral de antiguas estrellas;
y que yo, no queriendo haber existido,
me debo resignar a ser
esa leve suerte en el Paraíso:
la piel, la carne, un labio...
esa extraña melodía al respirar.

(C) Wilson Pérez Uribe 




Cifra del olvido




CIFRA DEL OLVIDO

Puedes olvidar el relámpago, el terror y la lluvia;
el sol que te ha hecho hombre de hábitos;
dos cazadores de oro pálido en los bajíos del Monte Kenia;
el ruiseñor oído hace tres siglos;
cierta puerta, cierto cristal y algún arabesco;
un calendario medieval que te habrá regido el sueño.

Puedes dejar atrás árboles y cisternas que obran tu sosiego;
un errante cometa o el acto de las células.

Pero no olvides el instante obrado
por un dios geómetra ni la materia que te puebla
ni los altos parpados del cielo ni tu solitaria alma
cuya espera es eterna como la fruta a tu hambre.

Jamás olvides que has sido vaguedad
de nueva tierra y molécula de otro tiempo.

En la revista La Tagua


Wilson Pérez Uribe en una reciente participación en la Universidad de Antioquia.

La revista  LA TAGUA de la ciudad de Medellín, Colombia, publica por quinta ocasión la poesía de Wilson Pérez Uribe.


Dónde el amor de seda
y el suspendido instante, eterno, de existir.
Dónde si no en tus ojos, que escriben
en letras de ámbar la duración de la tarde.

****

Ser río que fluye en ocaso hacia el mar,
nube de tersa e iridiscente curvatura,
inocente alquimia de la primera estrella.
Ser en las vagas y silentes formas que perduran.

Wilson Pérez Uribe. Colombia


Preludio: Oración del Astrófilo




En el origen de la primera estrella
que en dócil pulsación ya cifraba
la tarde cuyo tiempo es fugaz otoño,
que ya tejía en tersa filigrana la nube
que es olvido en solo un instante,
que ya soñaba ese arco melancólico
que se ciñe al cielo en blancos perfumes;
en su vestigio solitario, enigmático,
residía la selva antigua, el grano
de arena y el paso furtivo del paciente felino.
Primera estrella, qué es este amor
que te prodigo, qué son mis ojos
sino la extensión diamantina de tu piel;
primera estrella, dadora fecunda,
brújula primordial, hoy este cuerpo
destinado a la caricia escultora del tiempo,
medido en el fósil interminable del átomo,
trenza en tu luz la alta marea de su sangre
y la promesa de habitar tu inacabable noche,
primera estrella, aurora de mis susurradas palabras.