Compartir la experiencia en la poesía


Alguna vez Khalil Gibrán, poeta polifacético, nacido en la turbulenta segunda mitad del siglo XIX, escribió que la poesía es sapiencia que encanta al corazón y que la sapiencia es poesía que canta en la mente, advertimos, acaso felizmente, que la poesía es también un encanto que brota en la conversación, una compartida alegría que nace cuando se deshilan sus misteriosos hilos en compañía de los otros.

El sábado, 15 de noviembre, estuve en la grata compañía de veinte chicas de diversos colegios de la ciudad de Medellín. Compartir la experiencia en la poesía y en la creación literaria, fue, como lo expresaron ellas, un bálsamo para todos. Cada uno de sus rostros atentos, juveniles, asombrados en ocasiones, fueron una bendición receptiva para cada una de mis palabras, palabras que de alguna manera reflejaron mi filosofía de vida en torno a la creación poética. Son veinte almas que, a su corta edad, ya ven esperanza y gozo en la literatura, sus intenciones van más allá de la lectura y la escritura, también con fortuna hacen investigación en aquel campo, es decir, piensan, meditan, cavilan en su compartida amistad la íntima belleza que guardan las palabras en esos objetos mágicos, los libros.

Sólo me resta por decir, con infinito agradecimiento, que aún en las escuelas medellinenses, en asociación con la Universidad de Antioquia y su Facultad de Educación, se apuesta por el desarrollo creativo de la lectura y la escritura, tareas que cruzan lo difícil y también lo esperanzador, porque sólo en las palabras, en el ejercicio de soñar a través de ellas, podremos hallar el verdadero significado de la existencia.
Wilson P.U