Lo que era para mí eterno

Retrato de Jeanne Hébuterne 

-La voz que escuchó Amadeo Modigliani-

Wilson Pérez Uribe



Lo que era para mí eterno para otros era un placer fugaz. No me disgustaban las cosas por su figura envuelta en bronce; aceptaba con diligencia el borde de las formas; a veces una textura significaba para mí la exactitud que no habían alcanzado a tocar los hombres. A veces intentaba descubrir mi propio rostro en la soledad, pero nadie puede verse a sí mismo sino a través de los otros, y eso es doloroso. Así, muchas veces, me dediqué a habitar ciertos corazones, a palpar sus manos para buscar las marcas que el tiempo no alcanza a borrar, a escuchar el vaivén de la respiración para captar algún indicio de música, y fallé. Las cosas verdaderas, que no sabía por qué motivo eran verdaderas, me fueron veladas, como a quien se le oculta un secreto porque, al llegar a conocerlo, su vida se abandonaría a la quietud y al aburrimiento.