Yo no sé, amigo astrónomo, dónde deslía
su enigma de sombra la luz, ni cuándo, invisible,
la Tierra flota en la órbita corva del espacio.
A mi soledad la asaltan otras más frágiles,
extrañas y dispersas preguntas:
por qué en la brumosa Vía Láctea arde,
intemporal, una rosa pulsátil de mis pétalos.
Dónde yacerá el llanto rojo, azul, violeta
del antiguo astro que ha colapsado en sereno terror.
Dónde ve su aurora la cuerda, el átomo, la onda,
acaso el cosmos advierte su origen en una historia
de moléculas. Yo sólo soy una mirada, un instante,
un cuerpo que implora a las estrellas un poco de amor,
un poco de asombro. Yo no sé, las palabras urden mi noche.
(C) Wilson Pérez Uribe