Quién soy yo, antiguo viajero de las noches,
efímera sombra que los astros prolongan.
Fatalmente he agotado en el verso al ocaso,
en mí no quedan más que las cenizas de un amor tardío
que retorna, incesante y terrible, en la hora
donde la Tierra cede a la ecuación de las tinieblas.
Quién soy yo, que cargo las pesadas, negras piedras
que arroja una luna de otoño. Quien contempla
el universo ya ha descifrado su rostro en la cartógrafa
sabana de estrellas. Mis pupilas se hunden
en la oscuridad: mar de leyes, incesante fuego,
Cruz del Sur; toda noche es una historia que los átomos
esparcen en pálidas, temblorosas lámparas de luz;
toda noche es la estela de una larga ausencia.
(C) Wilson Pérez Uribe