La mayor obra


La mayor obra es la que edificamos en las moradas interiores. Allí perviven las cosas, cercanos objetos que nuestras manos fueron tejiendo, muchas veces, sin saberlo. Nunca me di cuenta del lugar donde crecí, solo hasta que lo abandoné. Ahora la memoria, como si cuidara de una criatura, me trae los recuerdos de ese patio, de ese cerco de pinos, de los ladridos de los perros, de las tardes azules, de los caminos entre la hojarasca. Lo vivido solo es una parte de lo que se vive; nunca nos desprendemos del gesto amado; nunca, del todo, nos alejamos de la primera morada. Allí nos fueron enseñados la madurez de la infancia, la claridad del agua antes de agitarla, el cuerpo desnudo por la culpa, la música fortuita de la lluvia, la atroz comprensión de que todo lo bello también muere.