La carne de mi identidad



La carne de mi identidad
está hecha de temores
-lo acepto-.

La vida se contuvo
en la felicidad de lo sencillo.
No fui pobre:
abundaron en mí atardeceres
y el mundo se escuchaba
siempre en presente.

La carne de mi identidad
está en la palabra amor
que me enseñaron
una ama de casa
y un pastor del campo.