Memorable la noche de lustrado brillo,
en que, luego del cantar de la lluvia,
abandoné la secreta escuela cuyas
artes declinan en el libro y en el verso,
para andar bajo la niebla silenciosa
hasta la alta colina donde el estanque quieto
hilvana en su húmedo sueño la onda
y el deseo de perderse en el Amazonas.
Arrebatado por el ilusorio reflejo
cedí al hechizado palpitar de los astros,
y allí, en las amplias fuentes de enigma y de luz,
entreví al hombre que se descubre
inmortal bifurcación, extraña melodía
de una estrella que fulge desde el pasado.
(C) Wilson Pérez Uribe