Lisa y
brillante, una moneda
erige el poeta, la pule,
adhiere
a su forma un basilisco,
siete estrellas y el retorno del tiempo.
La noche,
la espada,
un dogma de suerte
universal
convierte al lector en suave espuma;
nada en él se evapora... ni se diluye.
El poema nace
de su reposo, de su mármol.
El poema,
circulo infinito de ligera magia,
metal, sol de milenios,
tocará por siempre la memoria
sumergida en Oriente y Occidente.
convierte al lector en suave espuma;
nada en él se evapora... ni se diluye.
El poema nace
de su reposo, de su mármol.
El poema,
circulo infinito de ligera magia,
metal, sol de milenios,
tocará por siempre la memoria
sumergida en Oriente y Occidente.